jueves, 8 de diciembre de 2016

Los miedos

Hace mucho tiempo me convencí de la veracidad de la Ley de Atracción. Todo lo que en realidad se quiere, si lo deseas mucho, a la larga o a la corta se termina cumpliendo. Lo comprobé muchas veces y las sufrí otras tantas. No es un acto de magia, no es instantáneo ni sucede de un día para el otro, pero a mas de uno le ha pasado de encontrarse en un lugar o con una persona que dos años antes había imaginado como algo imposible. Querer es poder. -Ponele-
Con el tiempo aprendí, que esto no solo sucede con el querer, sino también con los miedos. Porque los pensas, porque están ahí, porque invaden tu cabeza todo el día, y sin saber lo reflejás. Pensas tanto en eso que temés que pase, que tarde o temprano termina sucediendo, aunque sea lo que menos quieras. Podes estar en tu mejor momento, pero si tenes al fantasma dándote vueltas alrededor te puedo asegurar que vas a tirar todo por la borda. No podes pretender estar bien con otra persona si estas llena de fantasmas, porque los miedos se apoderan, te dominan y terminas siendo uno mas. Hay que librarse de ellos, hay que poner a luchar la propia Ley, que el querer discuta con el temer hasta que lo eche, y ahí si: empezar a vivir.

Este año, en el que me había propuesto, después de mucho tiempo, por fin volver a vivir, esta teoría se me hizo materia como un balde de agua fría. Me di cuenta que los fantasmas viven todo el tiempo dentro de mi y se pelean por salir cada vez que me ven bien.
Comencé enero conociendo a quien creía que cumplía todos los requisitos para ser quien me llene todos los huecos que habían en mi. Fue de manera casi cinematográfica, casi irreal, tanto que así como llegó se fue. Nos vimos, salimos, me cocinó y se borró. Algún día probablemente profundice en su historia porque lo merece, pero no hoy.

Mientras estaba devastada por su huida reapareció quien hace dos años se había ido casi de la misma forma pero esta vez venia a salvarme (o por lo menos eso creía en ese momento). Era tan perfecto. Compartíamos banda favorita y esa fue nuestra primer salida. No entendía nada. Nuestro primer beso en la rambla, estar viéndolos a ellos en vivo, las 8 cervezas, dormirnos en el bondi y casi despertarnos quien sabe donde, el abrazo de despedida esa noche en la esquina de casa que significaba el primero de tantos otros. Así empezamos, nos empezamos a ver todos los días, le plantée todo lo que no quería que me hiciera, porque ya después de una vez una se va curando de espanto, él acepto. La relación empezaba a hacerse mas sería. Él me presentó a sus amigos, yo le presenté a los míos. Salíamos a comer juntos casi todas las noches. Hicimos el amor en el parque. Quise cada centímetro de su piel. Lo quise a él.Tanto, tanto, tanto, que se esfumó.

No entendí ni entiendo hasta hoy que fue lo que pasó.

Cada vez que nos veíamos me juraba que quería que yo fuera su novia, que estaba seguro de lo quería, que no iba a volver a hacer lo mismo. Y lo hizo.

Pero esta vez fue peor. Esta vez la relación fue mucho mas allá, no solo de piel, sino de sinceridades, yo le había abierto el alma y había confiado en él como en nadie. Y se fue. Se fue dejándome en el fondo de un pozo del que todavía no puedo salir. Nunca me dió explicaciones mas que "No se que me pasa, se que soy raro, pero a veces quiero estar solo".

Como le podes decir eso a alguien a quién le juraste el mundo?

Gracias a él empecé terapia. 
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(Éste borrador lo tenía guardado desde abril de 2015, termina chancho pero no tenía ganas de retocarlo, se imprime así)
Hoy vuelvo al blog después de mucho tiempo.

Y tengo mucho para decir. 

Paradojicamente, el sábado, él me escribió. 



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